Me veo, ahora, con fuerzas para comentar algo, que no mucho, sobre el triste episodio de acoso escolar ocurrido hace ya unas semanas.
Daban la noticia de un chico que se había suicidado, dejando a sus padres sin su compañía y a un país abatido. Dejó una carta explicando que el suicidio era la única fórmula real para no ir al colegio, para no volver a pasarlo mal. En su creencia de una nueva y mejor vida en algún otro ansiado lugar, decidió acudir cuanto antes y ser él el que esperase a sus padres, y no al revés, como manda la naturaleza.
No es el primero, aunque tengo la esperanza de que sea el último.
Hay quien dice que siempre ha estado este mal. Que todos hemos pasado por esto y no hemos llegado a tanto. Que nos hace fuertes porque la vida es dura. Pero olvidan decir que nunca les gustó. Que lo pasaron mal, y que hubiesen preferido no haberlo padecido. Que hubiesen crecido como persona igual sin sufrir «bulling».
Y te preguntas: ¿qué le lleva a un NIÑO -¡que ha sido un niño quien decidió acabar con su vida!- a tomar esta decisión? ¿Las burlas de otros niños, los capones,…? ¿La publicación de fotografías privadas en redes sociales? Sigue leyendo